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Soledad Pastorutti
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Luis Landriscina
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Luis Landriscina
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Soledad Pastorutti
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La octava velada abría con el Himno a Cosquín, cerrado por un chamamé de la mano del ballet Camin. El típico grito y arenga daba comienzo a la penúltima luna del festival.
Como salido de la Salamanca, Néstor Garnica hizo cantar a su violín entre chacareras, despidiéndose con un tema propio que integraba varios ritmos folklóricos, y hasta una cita a Joaquín Rodrigo.
Mariana Carrizo, con sus coplas picarescas, evocaba con su caja los personajes más emblemáticos; El “pata de lana” y la suegra, como figuras centrales, se llevaron los aplausos y risas del público.
Brisas del Norte, con una breve introducción de erke, nos dejaba “Milagros de Amor”. La jovencita Florencia Dominguez se animaba con “Al Jardín de la República”, y el grupo Ceibo entonaba “Hornar la Vida”.
Llegaba “Duerme negrito” en las voces de “Contra coro al resto”, un conjunto con repertorio basado en el mambo afroamericano. Gustavo Patiño sorprendió no sólo tocando dos flautas simultáneamente, sino dominando diversos instrumentos como el erke, el sikus, la tarca, la quena y el charango.
Lito Lucero, ganador del Pre Cosquín, nos daba un recitado que antecedió a la aparición de la histórica Delegación del Chaco, que cumplía 50 años ininterrumpidos de asistencia al festival. Luego de introducir algunos chamamés, subió al escenario el mítico Luis Landriscina, que en un momento muy emotivo recordó sus inicios en Cosquín, y nos regaló algunos cuentos de paisanos.
Desde Kawamata, llegaba la delegación internacional de Japón a través del dúo Floración, que interpretaron repertorio argentino con arpa paraguaya y cuatro. El chaqueño Franco Barrionuevo, antecedía con sus zambas a un conjunto histórico: Por Siempre Tucu. Aplaudiendo su trayectoria, la gente coreó “Anoche no dormí” y “El negro José”.
Ariel Zanón, el bailarín cantor, rindió tributo a las más destacadas figuras de la tradición nacional con una ininterrumpida serie de canciones coreografiadas. Pelu Mercó nos acercaba su fusión de folklore y rock, despidiéndose con una versión de “La vieja”.
El segmento de mayor calidad musical tuvo lugar con el trío MJC, que agregando contrabajo, marimba y percusión, completaró un sexteto que brilló con sus canciones originales y una despedida porteña con “Adiós nonino”.
Pasaban por el escenario el ganador del Pre-Cosquín como mejor narrador costumbrista, Quique Sosa, y luego José Ceña, con un tributo a Atahualpa Yupanqui.
Y así la Próspero Molina recibía a la artista más esperada de la noche: Soledad. Comenzando con una sencilla guitarra y su voz solamente, recordó el folklore de su provincia, para dar inicio a una gran presentación con numerosos instrumentistas y bailarines en escena. Su hermana Natalia y el Ballet Folklórico Nacional acompañaron sus versiones de “Déjame que me vaya”, “Entre a mi pago sin golpear”, entre otros. Cerraba con “Fruta Fresca” de Carlos Vives, pero repasó varios de sus éxitos como “El tren del cielo” a modo de bis tras la ovación del público.
Llegaba el momento de las risas con todo el humor cordobés en los cuentos de Julio Vaca Chicharrón, y luego Lucas Segovia, del Chaco, recordaba a los pueblos originarios de Formosa con una canción de Víctor Heredia. Los hermanos Bravo antecedieron con su estilo tradicional al Ballet Folklórico Nacional, que junto al Ballet Camin interpretó el cuadro “Del Sur al Litoral”, que incluyó un malambo patagónico y un vals litoraleño.
Ya llegando al final del festival, la octava luna no se detenía en Cosquín, que seguiría hasta la mañana ofreciendo lo mejor del folklore nacional.
LO MEJOR DE LA NOCHE
Por el peso de su trayectoria, por lo entrañable de su figura y la humildad que lo reviste, el paso del querido Luis Landriscina fue lo mejor de la noche. Sus anécdotas, sus cuentos y su particular historia están siempre presentes en el corazón de los argentinos.
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