Rolando Goldman
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Escenario Atahualpa Yupanqui visto desde el campanario
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Plaza Próspero Molina vista desde el campanario
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Facundo Toro
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Roberto Carabajal
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La quinta luna del Festival se anunciaba con una breve cueca, que creaba tímidamente el clima para escuchar un Himno a Cosquín que cerraba con un escondido. El tradicional grito y arenga auguraba una noche espléndida, eminentemente santiagueña.
Raly Barrionuevo tuvo a su cargo el primer número, que arrancó con una zamba dedicada a las madres, recordando el fallecimiento de la suya un año atrás. Siempre comprometido, lució una remera con la leyenda “Fuera Monsanto”, e invitó a La Cruza, una banda emergente de Villa Libertador, Córdoba.
Gustavo Chazarreta, con un trabajo prolijo sobre temas propios, y Belén con sus versiones de “Zamba por vos” y “Sube, sube”, precedieron a un encendido Facundo Toro, que deleitó con “Borrachito de amor”. Contó con el grupo Maité entre sus invitados, que entonaron zambas originales.
La delegación de Catamarca presentó su espectáculo “Tramas del Tiempo”, enviando sus fuerzas a la gente de Rodeo que está atravesando una situación crítica. Siguió Nestor Cuesta con Los Musiqueros Entrerrianos, y Marcelo Toledo con su guitarra.
Y así llegaban al Atahualpa Yupanqui, Los Manseros Santiagueños, con sus 53 años de trayectoria, regalándole al festival lo mejor de sus chacareras. La plaza, siempre de pie durante toda su presentación, vivió con gran euforia “Entre a mi pago sin golpear” y “Añoranzas”, que conmovió a don Onofre hasta las lágrimas. Se despedían con “Puente Carretero”, pero no fue hasta “Entra a mi hogar” que pudieron dejar el escenario, frente a la calurosa ovación de la gente.
Más tarde Efraín Colombo nos traía una milonga, y Coco Gómez sorprendía tocando chacareras con su verdulera. Todo el humor de Doña Jovita se hizo presente con su “burro inalámbrico”, un biciclo eléctrico que la paseó por todo el escenario.
Los Coplanacu, con su espíritu de peña, cantaban “Ñaupa, ñaupa”, y luego el Ballet Folklórico Nacional presentaba “Juegos Pampeanos”, donde mostraban los típicos juegos de pato, carreras de caballos, riña de gallos, y una espectacular demostración de malabo.
La Próspero Molina sería luego anfitriona del Carabajalazo, que entre canciones recordando a la familia, entonaron junto a todo el público “Déjame que me vaya”.
Juan Falú y su espléndida guitarra, junto a Liliana Herrero, Lilian Saba y Marcelo Chiodi, celebraron un homenaje al fallecido Eduardo Falú en un puñado de canciones. Seguían los homenajes con una proyección que recordó a Gladys Moreno, cantante boliviana de gran peso para la historia latinoamericana.
La juventud dijo presente a través de Nicolás Correa, ganador de Malambo del certamen de Pre-Cosquín, más tarde con la voz de Juan Iñaki, y finalmente con Villafañes-Miguel, la pareja ganadora en la categoría “baile tradicional”.
Rolando Goldman se presentaba con la original Orquesta Argentina de Charangos, dando el pie para la presentación de Los Carabajal, que nuevamente dominaron la escena con sus chacareras.
Los Serenateros de Salta, con sus zambas y cuecas, antecedieron a Roxana Carabajal, que con su particular estilo rindió homenaje a su padre, Carlos.
La noche seguía, y nos dejaba el recuerdo de la más tradicional de las lunas, con la implacable marca de los santiagueños que una vez más reivindicaron el valor de su provincia para el folklore argentino.
LO MEJOR DE LA NOCHE
Sin lugar a dudas, Los Manseros Santiagueños. La fuerza de sus chacareras, aun encendida luego de 53 años, hizo vibrar a toda la plaza del primero al último acorde, constituyendo el momento más emotivo que se vivió en todo el festival.
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