Luciano Pereyra

Antonio Tarragó Ros

Antonio Tarragó Ros

Peteco Carabajal

La noche comenzaba con un enérgico Himno a Cosquín, que en esta ocasión tuvo el agregado de una danza final con ritmos litoraleños. El tradicional grito precedió a los fuegos artificiales, que llenaron el cielo de destellos y dieron comienzo a la segunda luna del Festival.

El primer número musical estuvo a cargo de Nacho y Daniel, que abrieron su presentación con “Gaucho Brochero”, dedicado al cura beatificado, con una impactante coreografía a cargo de la compañía “Sentires”. Un gran malambo cerraba el tema, con una veintena de bailarines golpeando las tablas maravillosamente.
Seguidamente, Nicole Nau (Alemania) y Luis Pereyra (Argentina) presentaron “El Sonido de mi Tierra”, un espectáculo descriptivo que supieron llevar por el mundo, donde se evocan a través de una sofisticada serie de números de danza, los ritmos santiagueños.
Subía luego al escenario Orellana Luca, un grupo santiagueño con una labor destacada de guitarra eléctrica, que junto a un invitado de lujo –Nestor Garnica–, mostraron su fusión de folklore y rock.

Al igual que en la primera noche, se homenajeó a través de un video a una gran mujer del pueblo latinoamericano: esta vez fue el turno de Chabuca Granda, la voz del vals peruano.
Y así llegaba Tarragó Ros, con su incansable fuelle, agitando al público con sus clásicos chamamés. Repasando un repertorio de viejos y nuevos temas, recordó amigos como León Gieco, con quien compusieron “Carito”, e invitó al maestro Damián Ibáñez para cerrar su presentación con un virtuoso dúo.
A continuación, el Atahualpa Yupanqui recibía a la mítica dupla Vitale-Baglietto, que sorprendió con un nutrido ensemble que incluía piano, violín, cello, clarinete, flauta y múltiples cuerpos de percusión, con arreglos creativos que aprovecharon muy bien cada color. Adelantando su próximo disco, recorrieron una variada colección de música latinoamericana en una serie de grandes momentos musicales.

La segunda luna continuaba con la delegación de Mendoza, que viajaron por sus estaciones a través de un espectáculo de narración, música y danza. Más tarde Luisina Matheu, ganadora del Pre-Cosquín como mejor solista de tango femenina nos deleitaba con una genial milonga, y el ballet Bagual Fuentes, también premiado en el Pre-Cosquín, desplegaba sus habilidades de danza en el escenario. Morena Paz, desde Buenos Aires, rindió homenaje a todos los ritmos del país, seguido por La Urbana, un grupo de Resistencia que enarbolando un enérgico chamamé, le imprimió impulso de fiesta al público presente.
Más adelante, Pancho y Fermin Pereyra hacían cantar sus violines al compás de la música salteña, seguidos por Las Voces de Montiel, Andrea Masuero, y Las Voces de Orán, que junto al ballet de Salta mostraron los típicos muñecos y disfraces de carnaval. Se premió en ese momento a Hugo Jiménez, que lleva 50 años recorriendo el camino de la danza folklórica.

Mario Díaz, jurado del Pre-Cosquín, hizo gala sólo con su guitarra de arreglos muy trabajados en los que recordó al maestro Eduardo Falú, y dio paso a una breve aparición de Angel Pereyra, padre de Luciano, quien muy agradecido se brindó al público afectuosamente.

Y luego de mucha expectativa llegó Luciano Pereyra, que tras un comienzo de chacareras, deleitó a las mujeres con sus canciones románticas. Después de honrar a su ciudad, Luján, hizo participar al público con “Y así, así”. Se vivió un momento especial cuando recordó al gran Horacio Guaraní, que participó en uno de sus videoclips, y finalmente se despidió con “Sólo le pido a Dios”.

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