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Jorge Rojas
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Bruno Arias
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Los Visconti
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Sergio Galleguillo
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En una noche inesperadamente fresca, el Párroco Alberto Álvarez tomó la palabra para dar comienzo a la ceremonia, conmemorando el legado de tres figuras que tejen una misma historia de folklore y religión:
José Gabriel Brochero, Ariel Ramirez, y el Papa Francisco, que escribió una carta de salutación exclusivamente para la ocasión.
En ella, el vicario celebró la fraternidad que se vive en el festival, dio su bendición y pidió a su vez que recen también por él. Acto seguido, el Párroco dirigió un emotivo Padre Nuestro, secundado por las voces de la plaza, tomados de la mano en símbolo de esa fraternidad que Francisco celebraba.
Luego de esto, el Grupo Vocal Norte entonó a capella las estrofas del Himno Nacional, dando paso a un renovado Himno a Cosquín. Finalmente Claudio Juárez, a través de un énergico "¡Aquí Cosquín!" hizo estallar los los aplausos y fuegos artificiales que marcarían el comienzo de una verdadera fiesta.
El primer número de la noche, a cargo de Bruno Arias, comenzó con un misterioso contrapunto de erkes, que cautivando la atención del público desembocaron en el potente sonido de su banda. Con canciones de protesta ya instaladas en el repertorio popular, llenó el escenario de bailarines, luciendo los coloridos disfraces, cuyo despliegue de danza y alegría desbordó la ovación de la gente. Se retiraba Bruno Arias, en medio de un carnaval multitudinario, sin lugar a dudas un momento histórico en la Próspero Molina.
Seguidamente hizo su aparición "La Callejera", una banda moderna que comenzando con "Yo vendo unos ojos negros", versionó canciones conocidas de diversos ritmos de todo el país. Tuvo entonces su lugar el dúo Visconti, toda una leyenda en el escenario de Cosquín, entonando valses criollos mechados con coplas picarescas. Llegado el momento, se hicieron sentir los versos de un poema original dedicado al fallecido Benito Visconti, de quien se proyectó un video histórico que mostraba el dúo original. Sobre éste cantó su herano Abel, en un momento conmovedor. Luego llegaba la danza, a cargo del Ballet Folklórico Nacional, que con destacado talento lució sus floreos y hasta una versión del Himno Nacional en tiempo de malambo. Seguidamente se homenajeó a Mercedes Sosa, la voz de Latinoamérica, con una serie de fotografías que ilustraron momentos destacados de su carrera.
La música no se detuvo: de la mano de Joselo Schuap la plaza coreaba las canciones que traía el misionero, que este año saldrá a recorrer el país junto a Felipe Pigna, capturando los sonidos de cada región. Fue entonces el turno de Sergio Galleguillo, sin dudas uno de los momentos más altos de la velada. La plaza se puso de pie para vivir la fiesta chayera, las noches de harina y albahaca que, en sus palabras, "por un momento hace olvidarnos de quiénes somos, casi un poquito de nada". Acompañaron en el escenario los Caligaris, amigos del riojano, que le imprimieron aún más ritmo al vibrante sonido de su música.
La delegación de Santiago del Estero lució entonces sus músicos y bailarines, en una demostración del más tradicional folklore, y luego llegaba el tango al Atahualpa Yupanqui, en la garganta de Jorge Márquez, ganador del Pre-Cosquín. El cantor de La Matanza, muy aplaudido, desplegó en pocos tangos su penetrante y expresiva voz.
"Los Cumpas", más tarde, mostraban una potente fusión de folklore y rock, seguidos por Leandro Romero y su grupo. Mario Bofill nos traía luego las historias de su pueblo en tiempo de chamamé, e Iván Faisal, de San Justo, Santa Fe, honraba en sus letras al trabajador. Uno de los momentos de mayor virtuosismo en la noche fue protagonizado por el grupo Añoranzas, los ganadores del Pre-Cosquín como mejor conjunto de malambo, galardón que reciben por quinta vez consecutiva.
Y así llegaba uno de los momentos más esperados de la noche: Jorge Rojas se hacía presente junto a sus hermanos. Comenzando con "La yapa", y siguiendo con temas de su último trabajo discográfico, la plaza cantaba de pie cada uno de los estribillos. Junto a la invitada colombiana Anabella, y sus co-provincianos Alma Chaqueña, hiceron que el público baile, olvidándose del frío que acompañaba la noche de Cosquín.
La primera luna del festival, una verdadera fiesta, augura una semana prometedora en la Próspero Molina.
LO MEJOR DE LA NOCHE
Sin lugar a dudas Bruno Arias. Por la calidad de su música, el contenido de sus letras y el espectáculo que brindó al traer desde el norte a una multitud de bailarines, recreando en el escenario un inolvidable carnaval puneño.
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