Domingo 11
El cierre del festival tuvo como protagonista principal la presentación del grupo Callejeros, con la mayor convocatoria de público de los tres días de Rock.
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Eran cerca de las 3 de la tarde cuando el predio de San Roque abrió sus puertas y a partir de allí fue incesante el arribo de miles de chicos con el fin de presenciar lo que sería una jornada cargada de emociones. Primero por ser el último día del Festival, con lo que implica la despedida hasta el año que viene (vendrá?...), y segundo porque era la segunda presentación de la banda Callejeros después de la tragedia de Cromagnon. Muchas emociones juntas.
Desde el comienzo del espectáculo el público vibró con cada presentación, que comenzó con el grupo cordobés Los Caligaris, trayendo su espectáculo de música y circo. Luego Botafogo se adueñó del escenario principal, donde César López, músico colombiano le hizo entrega al lider de la banda su creación, la "escopetarra", guitarra eléctrica fabricada a partir de un fusil de guerra y que es una distinción que otorga la ONU. El músico se encargó de arrancar música en vez de balas del instrumento.
El predio tomó temperatura con la presentación de El Bordo, con la participación del referente de Callejeros, el Pato Fontanet en uno de los temas. La multitud se enfervorizó ante este primer contacto con el cantante. Luego fue necesaria la participación de Perro Ciego, una banda salteña que tocó en el escenario de la Agencia Córdoba Turismo con el fin de hacerle el "aguante" a los Callejeros y retrasar una media hora el espectáculo para permitir el ingreso de casi 7000 personas que aún no estaban en el predio.
Faltando 15 minutos para las 20, el conjunto más esperado del festival se hizo presente en el escenario. El delirio llegó a la comuna de San Roque. En medio de empujones, pisotones y demás, la banda tocó sus temas ante más de 30000 personas.
A su término, fueron Cielo Razzo, Ratones Paranoicos, Jóvenes Pordioseros y Gardelitos los que completaron el menú artístico para el último día de rock en el Valle de Punilla, en medio de un impresionante dispositivo de seguridad que, gracias a Dios, no tuvo que intervenir en ningún momento. Cerca de las 3 de la mañana se bajaba el telón para la séptima edición del festival rockero más importante del país.
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