Hace medio siglo, unos visionarios habitantes de Cosquín, tuvieron el coraje y la imaginación de convocar al país a través de una de las más genuinas expresiones populares: El folclore argentino.
El aire, las palabras, las manos, las voces de músicos, poetas y cantores, hicieron de Cosquín un lugar en el corazón de los argentinos, y un punto cardinal que nos identifica ante el mundo. Desde hace un cuarto de siglo, otras voces llegadas desde los más lejanos rincones de la patria y de América, acudieron a este ámbito para ayudar a conocernos en la diversidad de pueblos y culturas que habitamos este vasto territorio. Surgen entonces los nombres de Domingo Bravo, Félix Coluccio, Lázaro Flury, Santos Sarmiento. Ellos, entre otros, imaginaron y le dieron carnadura a uno de los eventos paralelos a la fiesta de la plaza.
Ese acontecimiento anual es el Congreso del Hombre Argentino y su Cultura . Este fue el ámbito propicio para la reflexión, el debate, el intercambio entre pensadores y hacedores. Más allá de su lugar de trabajo o pertenencia, esas voces nos abrieron los ojos a otros mundos: los de la realidad más cercana y los de la imaginación más fecunda.